A veces tengo la sensación de que se trata a la comunicación efectiva como una carrera de retos, hitos y obstáculos.
Una carrera infinita, en la que hay mandatos como:
- “enviar una newsletter cada semana (¡o cada día!)”,
- “publicar 3, 4, 5 o 7 veces en Instagram”,
- “tener presencia en YouTube, Linkedin… etc con contenido desarrollado específicamente para esa red”…
Y la lista podría seguir, ¿verdad?
Seguro que has escuchado muchos otros de estos “mandatos” del marketing digital.
Escribo esto a raíz de una conversación que he tenido con una clienta hace poco, que se sentía muy agobiada por no llegar a desarrollar tanto contenido como “debería”.
Y he pensado que podría interesarte que te comparta lo que suelo recomendar en estos casos.
Porque la presión es algo habitual, y puede que tú la sientas o la hayas sentido en algún momento.
Yo me dedico a trabajar el mensaje en sí, por eso no no hablo nunca de una determinada cantidad de veces en las que tengas que comunicar tu negocio.
Normalmente, con mis clientas, buscamos una fórmula personalizada para su comunicación efectiva, que les funcione, no solo a nivel de resultado, sino a nivel creativo (porque si tu comunicación te agobia y mata tu creatividad… tampoco va a funcionar).
¿Qué suelo decir, entonces?
Tú escoge ese espacio donde estés cómoda.
Donde sabes que estás conversando con el cliente al que quieres llegar.
Enfócate en tu mensaje y tus valores.
Ten claro tu objetivo.
Y mide. Fíjate cómo te funciona.
Analizar te va a permitir ver qué te está saliendo bien y dónde puedes mejorar.
Pero sin inventarte nada extraño, vaya.
(O sí, ¡si te apetece!).
Pero siempre siendo tú.
Porque hay algo que no podemos perder de vista, y es que la comunicación se trata de crear relaciones entre personas.
No somos fábricas generadoras de contenido, sino personas con negocios propios, que necesitan construir nuevas relaciones para seguir aportando valor a través de su trabajo, sus servicios, sus productos o formaciones.
Y esto no se logra tachando “hitos”, cumpliendo con determinados números o listado de cosas por hacer, sino conociendo tan bien a tu marca, a tu MENSAJE, como a la persona que tienes delante.
Es decir, a tus CLIENTES.
Cuando tienes ambas cosas claras, acabas descubriendo cuál es el lugar -o los lugares- en los que ese mensaje llega mejor.
Y no solo eso, sino que además, tienes claro qué decir, qué contar, de qué escribir.
Por eso, si me pides una fórmula, te lo resumo en una ecuación simple:
AUTOCONOCIMIENTO + EMPATÍA = COMUNICACIÓN.